lunes, 31 de mayo de 2010

Fadango

A veces las palabras recorren vastos continentes antes de instalarse agradecidas dentro de una comunidad que les da otro sabor, que les regala un sonido nuevo y que las incluye en su canon como si fueran una milenaria seña de identidad, y por ello también conservan otro significado. Es el caso de la expresión «fandango», una palabra que convoca las devociones musicales del pueblo andaluz y la voz mineral de los cantaores flamencos. Sin embargo, el término fandango no nació en Alonso ni en Encinasola, sino en Burundi del Camino.




Según Blas Vega, fandango provendría del portugués, ya que el Diccionario crítico

etimológico (1954) de Corominas establece su origen en la voz portuguesa «fado», y

porque en el siglo XVI existió en Portugal un baile llamado «Esfandangado». Así, durante años hemos pensado en Andalucía que la palabra fandango había entrado o por Ayamonte o por Rosal de la Frontera, pero siempre por la parte de Huelva. Sin embargo, en el Diccionario de Autoridades (1737) encontramos las siguientes definiciones de fandango: «Baile introducido por los que han estado en los Reinos de las Indias» y «Cualquiera función de banquete, festejo u holgura a que concurren muchas personas».



Desde el punto de vista musical, el fandango es un aire popular muy importante en Colombia, donde se canta y se baila durante el Festival del Río Sinú, el Festival del Bollo Dulce, el Festival de Planeta Rica y sobre todo en el Festival Nacional del Porro. Por otro lado, en México el fandango es parte esencial de su folklore, ya que existen numerosas variantes como el Fandango de Veracruz, el Fandango Tixtleco, el Fandango Sonero, el Fandango de Huatulco y los Fandangos Jarochos, entre otros estilos que incluyen el vaquero Fandango de Sonoma que todavía cantiñean los cowboys de California.



Por otro lado, en el habla hispanoamericana fandango puede ser una reunión con

baile (Colombia), sinónimo de bullicio y desorden (Argentina), un barrizal o atolladero

(Chile) o simplemente una forma coloquial de definir jaleos y alborotos. Como decimos los peruanos: «Se armó un fandango». Según las investigaciones de Fernando Romero en su Quimba, Fa, Malambo, Ñeque. Afronegrismos en el Perú (1988), cuando los negros esclavos hacían una tertulia la llamaban «ndonga». Si la reunión degeneraba en una pelea se montaba una fwandonga», pero si se ponían a cantar la cosa quedaba en «fundungu». El problema era la bulla, porque si la juerga duraba toda la noche se convertía en «fundanga», que es como se conoce a la botellona en las junglas del Congo.



Romero, Francisco (1988) “Quimba, fa, malambo, ñeque. Afronegrismos en el Perú” Lima: Instituto de Estudios Peruanos. Serie: lengua y sociedad, 9.